Me encontraba ahí tan sola, divagando entre cosas que vienen y van, entre situaciones que quisiera desaparecer. El llego justo en el momento adecuado, un poco apresurado y aunque sin expresión podía notarse que estaba ansioso, que a su vida también le faltaba algo, a pesar de ser solo un pedazo de metal y tuercas tenía una luz que llamaba la atención de quien lo miraba, parecía asustado, observaba el ambiente y emitía un sonido un tanto desagradable. Me acerque a él para preguntarle si podía ayudarle en algo pero él se me adelanto y me cuestiono ¿No lo has visto? Seguro tu lo escondiste debes tenerlo ahí apretado entre tus puños, rasgándolo con tus uñas de colores ofensivos. Me quede sin habla no pude más que extender mis manos frente a él.
Mi expresión seguramente fue tan brutal que el ya no dijo nada dio la vuelta y continuo su camino. No avanzo más de seis pasos cuando le grite con mi voz aguda y desafinada ¡Hey ¿puedo ayudarte a encontrar lo que buscas?! El me miro fijamente de arriba abajo y sin decir más nada volvió su cabeza al frente y siguió adelante. Yo lo seguí, un extraño magnetismo llamado curiosidad me llevaba a él. Deslumbrado por mi necedad me dijo busco un pequeño demonio que tiene por costumbre esconderse de mí, parece inofensivo con ese tono cereza que le toco llevar con el siempre. En ese momento vi una pequeña bola de pelos rojizos sentadita en la acera, su faz reflejaba tantas cosas era tan diferente de aquel ser inhumano, incapaz de sensibilizarse ante tan tierno animalito, era chiquito como un ratón, tan frágil como una pluma y tan raro como copos de nieve a la orilla del mar. Sus ojos lo decían todo, el sonido de mi compañero de camino empezaba a aturdirme por lo que le dije ¿es eso lo que buscamos? Su mirada desafiante de luces rojas parpadeantes agacho la mirada hacia donde estaba mi dedo pálido.
Corrió hacia el orangután y lo tomo bruscamente entre sus dedos de acero, tomo también una notita que estaba debajo del como un osito de peluche en san Valentín.
Me acerque, yo solo veía las letras descoloridas e imperfectas, algunas manchadas de tinta, parecían cobrar vida, tener movimiento, formaditas en una línea juguetona. Cambiaban con cada nota de su voz bizarra. Llevaban un ritmo tan sublime, podría verlas todo el día. Te embelesaban y llenaban de una satisfacción embriagante. El escaso animalito temblaba por las frías manos de ese hampón. Sin dudarlo lo arrebate de sus manos, lo acerque a mi pecho y el se acurruco, el robot me pidió que continuara mi ruta de nuevo me quito a ese simpático ser que brillaba desde lejos y lo metió en un compartimiento en su pecho su rostro cambio su expresión parecía un tanto humana y me lleno de emoción. Apretó mi mejilla y continúo su camino.
wooow el hombre de ojalata?
ResponderEliminarez algo azi bueno me imagino que ese pekeño robot estaba simplemente buzcando zu corazon
pero xq ze ezconde?
i tu lo encontrazte obvio zolo tu podriaz encontrarlo
puez creo io q zolo laz perzonaz
que aun tienen zu inozencia i zon lindaz como perzonaz pueden ver a un corazon
pero xq apreto tu mejilla no devio bezarla?
o almnoz darte un agradecimiento?
mui buena ezta hiztoria zi zi
mui linda zabz
oi apenaz he leido doz i ia kiero leer con anziaz laz demaz hiztoriaz q haz ezcrito pero zera mañan oi eztoi agotado
cuidate mucho mi ezcritora favorita
i te asguro
desde oi soi tu admirador secreto
att. panxo =D
perdon por laz faltaz de ortografia i x ezcribir feo jaja algun dia lo zuperare
cuidate mucho pekeña hermoza
dezcanza e imagina
aiiozin